Calderon de la Barca
DE «LA VIDA ES SUEÑO»
(Monólogos de Segismundo)
Apurar, cielos, pretendo,
  ya que me tratáis así,
  qué delito cometí
  contra vosotros naciendo;
  aunque si nací, ya entiendo
  qué delito he cometido;
  bastante causa ha tenido
  vuestra justicia y rigor,
  pues el delito mayor
  del hombre es haber nacido.
  Sólo quisiera saber,
  para apurar mis desvelos
  (dejando a una parte, cielos,
  el delito de nacer),
  -qué más os pude ofender
  para castigarme más?
  ¿No nacieron los demás?
  Pues si los demás nacieron,
  ¿qué privilegios tuvieron
  que yo no gocé jamás?
  Nace el ave, y con las galas
  que le dan belleza suma,
  apenas es flor de pluma,
  o ramillete con alas,
  cuando las etéreas salas
  corta con velocidad,
  negándose a la piedad
  del nido que deja en calma;
  ¿y teniendo yo más alma,
  tengo menos libertad?
  Nace el bruto, y con la piel
  que dibujan muchas bellas,
  apenas signo es de estrellas
  (gracias al docto pincel,
  cuando atrevido y cruel
  la humana necesidad
  le enseñía a tener crueldad,
  monstruo de su laberinto;
  ¿Y yo, con mejor instinto,
  tengo menos libertad?
  Nace el pez, que no respira,
  aborto de ovas y lamas,
  y apenas bajel de escamas
  sobre las ondas se mira,
  cuando a todas partes gira
  midiendo la inmensidad
  de tanta capacidad
  como le da el centro frío;
  y yo, ¿con más albedrío,
  tengo menos libertad?
  Nace el arroyo, culebra
  que entre flores se desata,
  y apenas, sierpe de plata,
  entre las flores se quiebra,
  cuando, músico, celebra
  de las flores la piedad
  que le da la majestad
  del campo abierto a su huida;
  ¿y yo, teniendo más vida,
  tengo menos libertad?
  En llegando a esta pasión,
  un volcán, un Etna hecho
  quisiera arrancar del pecho
  pedazos del corazón:
  ¿qué ley, justicia o razón
  negar a los hombres sabe
  privilegio tan süave,
  excepción tan principal,
  que Dios le ha dado a un cristal,
  a un pez, a un bruto y a un ave?
  * * *
  pues reprimamos
  esta fiera condición,
  esta furia, esta ambición,
  por si alguna vez soñamos;
  y si hacemos, pues estamos
  en mundo tan singular,
  que el vivir sólo es soñar;
  y la experiencia me enseña
  que el hombre que vive, sueña
  lo que es, hasta despertar.
  Sueña el rey que es rey, y vive
  en este engaño, mandando,
  disponiendo y gobernando;
  y este aplauso, que recibe
  prestado, en el viento escribe;
  y en cenizas le convierte
  la muerte (¡desdicha fuerte!);
  ¿que hay quien intente reinar
  viendo que ha de despertar
  en el sueño de la muerte?
  Sueña el rico en su riqueza,
  que más cuidados le ofrece;
  sueña el pobre que padece
  su miseria y su pobreza;
  sueña el que a medrar empieza,
  sueña el que afana y pretende,
  sueña el que agravia y ofende,
  y en el mundo, en conclusión,
  todos sueñan lo que son,
  aunque ninguno lo entiende.
  Yo sueño que estoy aquí
  de estas prisiones cargado,
  y soñé que en otro estado
  más lisonjero me vi.
  ¿Qué es la vida? Un frenesí.
  ¿Qué es la vida? Una ilusión,
  una sombra, una ficción,
  y el mayor bien es pequeño;
  que toda la vida es sueño,
  Y los sueños, sueños son.
  Pep Cardona. Diciembre 1996. Palma de Mallorca.