ESPRONCEDA
EL
CANTO DEL COSACO
-Donde
sienta mi caballo los pies
no vuelve a nacer yerba.
PALABRAS DE ATILA
CORO
¡Hurra,
cosacos del desierto! ¡Hurra!
la Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiiías sean,
de los grajos su ejército festín.
¡Hurra!
¡A caballo, hijos de la niebla!
Suelta la rienda, a combatir volad;
¿Véis esas tierras fértiles? Las puebla
gente opulenta, afeminada ya.
Casas,
palacios, campos y jardines,
todo es hermoso y refulgente allí,
son sus hembras celestes serafines,
su sol alumbra un cielo de zafir.
¡Hurra,
cosacos, etc.
Nuestros
sean su oro y sus placeres,
gocemos de ese campo y ese sol;
son sus soldados menos que mujeres,
sus reyes, viles mercaderes son.
Vedlos
huir para esconder su oro,
verlos cobardes lágrimas verter...
¡Hurra! ¡Volad! Sus cuerpos, su tesoro
huellen nuestros caballos con sus pies.
¡Hurra,
cosacos, etc.
Dictará
allí nuestro capricho leyes,
nuestras casas alcázares serán,
los cetros y coronas de los reyes
cual juguete de niiíos rodarán.
¡Hurra!
¡Volad! A hartar nuestros deseos,
las más hermosas nos darán su amor,
y no hallarán nuestros semblantes feos,
que siempre brilla hermoso el vencedor.
¡Hurra,
cosacos, etc.
Desgarremos
la vencida Europa,
cual tigres que devoran su ración;
en sangre empaparemos nuestra ropa,
cual rojo manto de imperial señor.
Nuestros nobles
caballos relinchando
regias habitaciones morarán;
cien esclavos, sus frentes inclinando,
al mover nuestros ojos, temblarán.
¡Hurra,
cosacos, etc.
Venid, volad,
guerreros del desierto,
como nubes en negra confusión,
todos suelto el bridón, el ojo incierto,
todos atropellándoos en montón.
Id en la espesa
niebla confundidos,
cual tromba que arrebata el huracán,
cual témpanos de hielo endurecidos
por entre rocas despeñados van.
¡Hurra,
cosacos, etc.
Nuestros padres
un tiempo caminaron
hasta llegar a una imperial ciudad;
un sol más puro es fama que encontraron,
y palacios de oro y de cristal.
Vadearon el
Tibre sus bridones;
yerta a sus pies la tierra enmudeció;
su sueño con fantásticas canciones
la fada de los triunfos arrulló.
¡Hurra,
cosacos, etc.
¡Qué!
¿No sentís la lanza estremecerse
hambrienta en vuestras manos de matar?
¿No véis entre la niebla aparecerse
visiones mil que el parabién nos dan?
Escudo de esas
míseras naciones
era ese muro que abatido fue;
la gloria de Polonia y sus blasones
en humo y sangre convertidos ved
¡Hurra,
cosacos, etc.
¿Quién
en dolor trocó sus alegrías?
¿Quién sus hijos triunfante encaú'enó?
¿Quién puso fin a sus gloriosos días?
¿Quién en su propia sangre los ahogó?
¡Hurra,
cosacos! ¡Gloria al más valiente!
Esos hombres de Europa nos verán.
¡Hurra! Nuestros caballos en su frente,
hondas sus herraduras marcarán.
¡Hurra
cosacos, etc.
A cada bote
de la lanza ruda,
a cada escape en la abrasada lid,
la sangrienta ración de carne cruda
bajo la silla sentiréis hervir.
Y allá
después en templos suntuosos
sirviéndonos de mesa algún altar,
nuestra sed calmarán vinos sabrosos,
hartará nuestra hambre blanco pan.
¡Hurra
cosacos, etc.
Y nuestras madres
nos verán triunfantes
y esa caduca Europa a nuestros pies,
y acudirán de gozo palpitantes,
en cada hijo a contemplar un rey.
Nuestros hijos
sabrán nuestras acciones,
las coronas
de Europa heredarán,
y a conquistar también otras regiones
el caballo y la lanza aprestarán.
¡Hurra,
cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín;
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.
Pep Cardona. Noviembre 1996. Palma de Mallorca.